miércoles, 7 de abril de 2010

Conejo quitapenas

1.30 a.m. del miércoles, recién llegada a casa, previa deglución de cuatro de mozzarella con cerveza en un barsuchoX de la esquinaX con amigosX. Adivina adivinador..? ¿Cuánto tiempo tarda una en desmoronar el plan-pocas-calorías que con tanta ingenuidad emprende un lunes..? ¿Con cuánta ligereza sucumbimos a la tentación? Con la misma que, pese a estar satisfechas, precisamos de “ese toque dulce” y promisorio de un buen sueño. Acto seguido, tu instinto esboza tres opciones posibles:
A) la bien ponderada fruta -insulsa y light, muy light para coronar la noche-­.
B) clavarte una de las 4754 barritas de cereal insípidas que acostumbras a ingerir para no morir en el intento de ser un poco menos rellena.
C) cazar el conejo que sobrevivió a las Pascuas y ser feliz por un minuto. -Uno o dos de acuerdo a tu efímera capacidad de ingestión-.
¿Alternativa previsible? Indiscutible, la A. ¡Malditas Pascuas! Aquella simpática liebre de chocolate fue víctima de un ataque maestro y sistemático, tan espontáneo como macabro. Sinopsis breve: amputé sus extremidades con tanta devoción, y me reservé cabeza y orejitas para el zarpazo final. Cegados en igual proporción mi paladar y mi mente…
Conejo quitapenas, dulce conejito delicioso y reconfortante en esta desolada noche gris. Conejo quitapenas. ¿Con cuánta ligereza sucumbimos a la tentación? Adivina adivinador…? I can be more heavy.-

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